Entiendo que todos compartimos
la visión de un año muy raro, con una economía que no despega, y con ventas
que son irregulares según los meses y que no terminan de darnos certidumbres
sobre rentabilidad y sobre si podremos afrontar los costos crecientes
(salariales, impositivos, etc)
Esto está pasando con muchos de nuestros clientes: desde la venta de
inmobiliarios, consumo masivo, servicios, tecnología, ropa, seguros, motos,
etc. El único rubro que tiene un comportamiento notoriamente distinto son
nuestros clientes del sector agropecuario.
Frente a este contexto, muchas empresas (y varios de esos clientes) han tomado la decisión de
esperar para ver cómo evoluciona el mercado. Hay proyectos en carpeta
esperando o que avanzan pero tímidamente. También campañas, apertura de nuevos locales, abordajes de nuevos
mercados, lanzamiento de nuevos productos, acciones institucionales, etc.
No quiero ser "mala onda". Pero tengo la certeza que la
situación que estamos viviendo -y este mercado con estas características- será
una constante por los próximos años. Porque ésta es la economía real de Argentina, ya no "pichicateada" por la maquinita o las cifras dibujadas.
No deberíamos esperar que haya
novedades disruptivas que nos vuelvan a hacer vivir estampidas de compras y de
consumo. Aún aunque la economía se recupere, será en forma muy paulatina. Todavía faltan algunos ajustes y eso seguirá
afectando el bolsillo y la percepción de los compradores y consumidores. Y pasará tiempo para que la gente se
reacomode al actual esquema, más real y más ajustado de una Argentina que está "pagando la fiesta".
Incluso si la situación
se consolidara, seguramente operaría como escenario para que se activen, tanto
competidores internos como internacionales, interesados en abordar la Argentina
con sus productos y servicios. Por lo que el escenario pasaría a ser complejo, ya no por lo tranquilo, sino por lo competitivo.
Por eso en conversación con varios clientes, les he
comentado mi perspectiva: tal vez sea un buen momento para hacer una
revisión de fondo de nuestros esquemas comerciales y de marketing, en qué
podemos optimizar, en qué podemos innovar en qué podemos cambiar. Tal vez haya
que revisar la forma en la que tomamos decisiones sobre nuevos productos, o
sobre cómo son o como presentamos esos nuevos productos, sobre en qué mercados
nos conviene operar y en cuáles no, sobre nuestros canales de comercialización,
cuánto sabemos de ellos y de nuestros clientes finales y cuánto deberíamos
saber (no en un estudio de mercado esporádico sino en forma permanente), qué
rol juega la irrupción de lo digital en nuestro esquema de marketing y comercialización, qué tenemos para avanzar en “experiencias
del cliente”, etc. Este tipo de reflexiones tal vez nos lleve a revisar
procesos, sistemas, personas y sus cargos, proveedores, estrategias….
Lo que estoy diciendo en definitiva, es que está siendo un momento propicio para iniciar un proceso que ha estado pendiente en nuestras empresas durante tantos años (por la coyuntura de la última década) y que podría resumirse en un desafío: la necesidad de reinventarnos. De reinventar nuestras empresas.
No es bueno, por ejemplo, que varias empresas (muchas del interior pero también PYMES de Buenos Aires), atemorizados por las circunstancias, pasen varios años (en algunos
casos muchos años) sin hablar como corresponde con sus clientes y consumidores,
sin hacer que la marca consista verdaderamente, subcomunicando por decirlo de
alguna manera.
Eso no es sustentable en el tiempo porque hablamos -en todos los
casos- de empresas que necesariamente tienen que fortalecer sus marcas (su
principal activo) ya que no pueden competir en el feroz mercado de precios con
gente informal que sólo les hará perder plata.
¿Cuál es la propuesta de esta reflexión? Ni más ni menos que tomarse un tiempo para pensar en el marketing de las empresas que lideramos o nos desempeñamos, de cara al futuro
y teniendo como contexto este mercado que hoy vivimos. ¿Qué podemos hacer? ¿En
qué podemos mejorar? ¿Qué vale la pena cambiar o innovar? Pensar, evaluar,
presupuestar distintas opciones, decidir lleva su tiempo.
Posiblemente estas
decisiones se proyecten hacia el 2018 pero hay que empezar a discutirlas ahora porque todo lleva tiempo.
“No sigamos esperando no se qué!" Y si no
hay margen para la acción. Por lo menos aprovechemos este tiempo para la
reflexión!”