"No nos da el presupuesto", "no tenemos la espalda suficiente", "estamos priorizando las inversiones en maquinarias", "estamos ampliando los depósitos", "se me va todo en los descuentos que tengo que hacer en el canal comercial"...
En estos 20 años de trabajo en Oxford creo haber visitado y haber tenido vínculo con más de 400 empresarios industriales que hacen malabares para desarrollar una marca de consumo masivo desde el interior del país.
Por un lado los admiro. Porque si han logrado sobrevivir a la competencia feroz de las líderes y a la competencia desleal de los que juegan por debajo -en absoluta informalidad- y si además de todo eso han surfeado los vaivenes de esta Argentina tan alocada, es que son verdaderos "héroes".
Pero como contracara, ¡la importancia relativa que le dan al desarrollo de su marca, me genera ansiedad! Tienen todo para convertirse en segundas y terceras marcas fuertes, porque tienen productos de calidad, buen precio, una distribución que en el interior les compite de igual a igual a las multinacionales. Pero cuando llega el momento de la verdad, siempre hay otra prioridad, siempre hay un condicionante.
Hoy, sólo en Córdoba y en Santa Fe, podría nombrar 100 marcas alimenticias y de consumo masivo en general que están listas para salir a escena. Pero están con la eterna duda.